Pasar un día en un beach club puede convertirse en una completa experiencia para los cinco sentidos. No solo en lo referente a la gastronomía, que también, sino en la cantidad de actividades y servicios complementarios que estos ‘chiringuitos’ de primera están ofreciendo a sus clientes.
A primera hora de la mañana, qué mejor que apuntarse a una clase de yoga frente al Mediterráneo. Con la tranquilidad que brinda la costa ibicenca en esos momentos iniciales del día, con gran parte de los turistas aún en la cama, aprovechar la luz de la mañana, las temperaturas todavía contenidas y el relax del sonido del mar de fondo puede ser una actividad excepcional. Todo mientras se practica ejercicio físico y mental, para recargar energías para completar la jornada.
Al finalizar la clase, todo invita a sentarse a la mesa y disfrutar de un desayuno saludable a la orilla del mar, como propone Amante Ibiza, con yogures, cereales, frutas y zumos naturales y ecológicos que aportan las vitaminas necesarias para mantener el organismo en activo.
La proximidad del Mediterráneo es toda una tentación para darse un baño en aguas cristalinas y respirar el aire puro de entornos naturales únicos, especialmente a media mañana, cuando el sol comienza a apretar.
¿Qué hay de un buen masaje, antes de pasar a disfrutar de una comida de excepción? Muchos beach clubs, como Atzaró Beach, ofrecen servicios (propios o externos) de masajes para que sus clientes completen la experiencia en su establecimiento. Masajes circulatorios para activar la circulación de la sangre, masajes corporales y faciales para rebajar el estrés, masajes de espalda para eliminar la tensión, masajes faciales descongestivos… Un amplio abanico de posibilidades con las que el profesional se adapta a las necesidades y apetencias de cada cliente en cada momento del día.
Por supuesto, la gastronomía es el hilo conductor de toda esta cascada de sensaciones. Los beach club, cada uno en su estilo gastronómico, se están esmerando cada vez más en ofrecer una propuesta basada en la frescura de productos del mar y la tierra, apostando incluso por tener un huerto propio para garantizar el kilómetro cero de sus frutas y verduras. Variedad y calidad son dos máximas a las que no pueden renunciar, en unas cartas en las que las delicias mediterráneas no suelen faltar.
Sentarse a la mesa con los pies en la arena, disfrutando de las mágicas vistas que brindan las diferentes zonas costeras de la isla mientras se degusta una cocina de altura no deja indiferente a nadie. Es un capricho que todos deberían darse durante el verano, sean residentes o turistas.
En otra ocasión podríamos hablar de sobremesa, pero ¿para qué están las grandes camas balinesas y cómodas hamacas de los beach clubs? Tras un buen banquete, puede ser una opción relajarse en uno de estos espacios mientras se disfruta del ambiente de playa.
Algunos beach clubs incluso tienen en cuenta a las familias, y disponen de zonas habilitadas e incluso monitores contratados para que los niños jueguen y se diviertan mientras los padres disfrutan de un buen cóctel, una especialidad que tampoco puede faltar en este tipo de establecimientos a pie de mar. La coctelería, cada vez más creativa, continúa siendo fiel a clásicos como el mojito o la caipirinha, aunque busca la sorpresa no solo con sus ricos sabores sino también con presentaciones de impacto. Toda una tentación que encaja a la perfección a media tarde, cuando ya se espera la mágica caída del sol.
En cualquier momento del día puede apetecer una pequeña dosis de shopping. Muchos beach clubs de la isla blanca disponen de su propia boutique donde adquirir las prendas y complementos de moda más fashion para ir a la última durante todo el verano.
La música… Otro pilar del beach club. Porque en esta nueva versión del chiringuito el ritmo de fondo es otro valor a tener en cuenta. La figura del DJ de día está cogiendo cada vez más fuerza, dada la importancia que se da a la buena música como acompañamiento durante toda la jornada.
Tras la cena, algunos de estos beach clubs se transforman para centrarse en una faceta más clubber. Además de la sesiones de música, la originalidad se busca con espectáculos que alcanzan las formas más variadas: desde shows de fuego hasta música flamenca en vivo, exhibiciones de doma a caballo, desfiles de moda, flyboard, acrobacias, pole dance…
Pero no todos quieren convertirse en clubs nocturnos a pie de playa, sino que apuestan por respetar el ambiente tranquilo del entorno, e incluso se convierten en auténticos cines al aire libre. La instalación de una gran pantalla, sillones y palomitas para todos permite a los clientes vivir una experiencia única que sigue la estela del mar, donde lo que menos importa es la película.