La Real Academia de la Lengua (RAE) define a los chiringuitos como ‘quioscos o puestos de bebidas al aire libre’ que sirven copas y comida durante el día. Este concepto inicial de ‘chiringuito de playa’ ha ido evolucionando en Ibiza y Formentera como casi todas las cosas relacionadas con el turismo, que han sufrido invariablemente un proceso de adaptación a las nuevas formas de disfrutar de los encantos de la playa, el sol y el mar.
Los chiringuitos de las Pitiüses, como casi todos los de la costa mediterránea, establecieron una relación muy especial con la gastronomía, la sobremesa y los largos días de playa junto a un mar cristalino o una cala rocosa. Han sido también un atractivo turístico para los amantes de los espacios naturales, del aire libre y la libertad. Su extraordinaria gastronomía de pescados, arroces, calderetas y fideuás, básicamente, ha maravillado a ibicencos, residentes y visitantes durante décadas y sus guisos, arroces y formas de cocinar el pescado han recibido alabanzas de grandes cocineros y chefs internacionales como Juan Mari Arzak o los hermanos Adrià.
La esencia del chiringuito era además sociable porque se entablaba una relación directa con el cocinero, barman o camarero y su cotidianidad posibilitaba conocer gentes de otras latitudes e idiomas que encontraban en el chiringuito un punto de encuentro y referencia para conoce mejor la cultura gastronómica, los vinos y los placeres de la playa de la mano de un nativo.
Muchos de los antiguos chiringuitos se han convertido
en restaurantes o ‘beach clubs’ de fama internacional
Muchos de estos chiringuitos se han convertido en restaurantes y algunos hasta en beach clubs de fama siguiendo las pautas de la moda y el turismo pero todavía quedan rincones maravillosos salpicando la costa donde encontrar la esencia de un negocio que fomentaba la amistad, la charla distendida de playa y el placer de una buena comida. Habría que rescatar esos rincones con magia especial de nuestra playas y calas para hacerles un homenaje.