«Grandes fondos de inversión se han interesado por las grandes discotecas de Ibiza», afirma José Luis Benítez, gerente de la asociación Ocio de Ibiza. Son varios los empresarios que han recibido ofertas en firme o a los que han tanteado para ver si podían aprovechar la coyuntura económica y sanitaria para hacerse con uno de los templos de la música de la isla.
«Se han interesado, pero ninguno va a vender», afirma, contundente, el gerente de la agrupación. Está convencido de ello. En todo caso, para eso, sería necesario, a su parecer, que estos fondos de inversión plantearan a los empresarios «ofertas muy buenas». «Una barbaridad», reconoce el gerente sobre estos movimientos en los que, en época de crisis, estos fondos de inversión intentan aprovechar la coyuntura para hacerse con grandes empresas a precios mucho más reducidos de lo que les costarían en otro momento con la intención de, pasado ese mal momento, volverlos a poner en marcha y recuperar la inversión.
Las discotecas de la isla, aunque cerradas por la pandemia los dos últimos veranos, se encuentran en una situación muy diferente a la de la mítica Drhaa, en Mallorca, recientemente adquirida por un empresario alemán. En el caso de la de Mallorca, el recinto llevaba dos décadas en desuso y los hijos de los propietarios no tenían intención de recuperarla, según explicaron.
Nada que ver con la realidad de las grandes discotecas que, desde hace años, han supuesto uno de los grandes atractivos turísticos de la isla. «Ibiza tiene mucho tirón», indica el gerente de la asociación. «Aunque los ibicencos no seamos muy conscientes de ello, el nombre de Ibiza se conoce en todo el mundo y eso, este tipo de empresas, lo sabe muy bien», continúa José Luis Benítez.
