Desde hace ya mucho tiempo, más incluso que el que recuerdo, Ibiza es el gran escaparate, templo o referencia de lo que se crea y por dónde respira la escena electrónica en el mundo. Es curioso ver como una isla de poco más de 500 kilómetros cuadrados rige lo que es tendencia o no en la escena global. Y es que todo el mundo quiere estar aquí, quiere ver su nombre en un flyer, en una valla o quiere tener la foto de rigor poniendo su mano en cualquiera de las cabinas que se consideren suelo de Ibiza.
Sin entrar a valorar la tendencia última, como pasa también en ADE, Berlín o Sonar, de tener la necesidad de tocar aunque sea en los baños de un McDonalds o en el almacén de un Todo a Cien, Ibiza sigue siendo un caramelo incluso para nombres grandes de la escena. Artistas que, cada semana, llenan salas de cualquier parte del globo con su mero nombre. Y aquí es dónde entra uno de los grandes misterios de la isla-meca de la música. Aunque no lo parezca, se mueve a un ritmo diferente al de otras grandes escenas electrónicas mundiales como Londres, Las Vegas, Miami o Berlín.
Lo más importante es colgar una foto en las redes a la mañana siguiente acompañado de un gráfico «increíble noche en Ibiza»
Un hecho irrefutable es que Ibiza es escaparate. La primera premisa mundial para los dj’s de segunda fila (excluyendo la idiosincrasia de los masters Carola, Cox o Hawtin) es aparecer en la isla. No importa la calidad de la actuación, o el feeling con el público, y a veces, ni el dinero. Lo más importante es colgar una foto al día siguiente en las redes sociales acompañado de un gráfico texto: «Increíble noche en Ibiza».
Lo que la gran mayoría de la gente no sabe es que muchas de esas veladas especiales se pasan en familia. Las discotecas de Ibiza no se llenan todos los días, es más, existen muchísimos más fiascos de los que se puede imaginar. Eivissa es una inversión para una gran parte de artistas, promotores y otras escalas de la industria que les proporciona nombre y caché. El solo hecho de aparecer en ciertos spots, redes o cartelería es suficiente para recoger en los meses de invierno todo lo sembrado a saco roto en la isla de momento.
Es más que posible que al leer estas líneas muchos recuerden fiestas vacias, o con escaso público y que por arte de magia aparecían como eventos de éxitos o grandes llenos en su Facebook. Esto que puede sonar a ciencia ficción es un hecho real en muchas ocasiones.
Los clubs sigue llenando muchos días pero no todos y solo una parte de su aforo, hay otra mitad del pastel que presentan eventos medio vacíos con ambientes fríos que luego, gracias al trabajo y la tecnología de post-producción hacen ver al mundo una fiesta de éxito y como están partiendo el pastel del éxito en las rebajas del mayor escaparate del mundo.