Los mayordomos de la noche

Conserje, de su traducción literal del francés, concierge, una actividad que se remonta a la época del Imperio Romano si bien fueron los franceses, bajo el reinado de Luis XI, quienes acuñaron un concepto que se ha convertido en una de las profesiones más recurrentes en Ibiza en los últimos años. Se podría decir que su eclosión ha ido en paralelo al desarrollo de la cultura del vip, aunque cabe deducir que, si bien no categorizada como una actividad profesional propia, su figura existe desde que el turismo descubrió la isla.

¿Qué es un ‘concierge’?

«Concierge es primordialmente cumplir las necesidades o caprichos del cliente en su estancia en la isla. Nuestro trabajo consiste en atender diligentemente las peticiones y ofrecer siempre la mejor opción sin que tenga que preocuparse de coger el teléfono, ya se trate de una mesa en un restaurante para cenar, una hamaca en un beach club, servicio de seguridad o desplazamiento o la mejor mesa en el privado de un club», explica Mario Figueroa, concierge profesional en Ibiza, a quien es frecuente verlo en los reservados de Amnesia, Ushuaïa o Pachá, cuidando de que todo esté perfecto para sus clientes.
Los clubs y las fiestas privadas son generalmente el destino final de la noche en Ibiza, «que suele comenzar con una cena de amigos en un restaurante de moda, para después tomar la primera o segunda copa en algún local a modo de calentamiento o warm up antes del club, donde tendrán una mesa en el reservado para disfrutar de la sesión del dj con vistas frontales a la cabina y descorchando tantas botellas como sean necesarias». «El objetivo es pasarlo bien, sin reparar en la cuenta», concluye.

Las botellas formato magnum acompañadas de bengala avisan de la presencia de vips en los locales. LASKIMAL
Las botellas formato magnum acompañadas de bengala avisan de la presencia de vips en los locales. LASKIMAL
Las experiencias gastronómicas y electrónicas son los contenidos más solicitados

Mario Figueroa, como otras empresas del gremio, trabaja con clientes de alto poder adquisitivo que vienen de vacaciones a la isla esencialmente durante la temporada alta. Lejos de reproducirse un patrón, «los perfiles de clientes son muy distintos y cambian de un año para otro», explica. «Este año ha habido una significativa presencia de indios, chinos, japoneses, americanos y australianos, y sobre todo ha surgido un perfil de un cliente muy joven y con un altísimo poder adquisitivo consumidor de experiencias gastronómicas y fiestas. Ibiza es un destino en evolución permanente».

¿Y hay espacio para todos? Porque las empresas que se dedican al concierge han crecido por decenas en los últimos años. «Para realizar el trabajo de concierge han de reunirse dos elementos básicos: contar con tu propia base de datos o red de contactos y ser profesional, lo que te permitirá ir ampliando tu círculo de clientes fijos, esos que repiten año tras año».
Además, destaca dos cualidades primordiales: «honestidad y respeto, son dos cualidades indispensables para sobrevivir y crear una marca». También hay que estar dotado de ciertos atributos, «como empatía, sencillez, transparencia, ser detallista y tener paciencia; los planes cambian con frecuencia en la isla a última hora y a veces las peticiones no son sencillas de resolver. Satisfacer a clientes habituados a obtener lo mejor es a veces complicado y requiere diplomacia y mucha paciencia». La tecnología es también una herramienta clave: «hay que contar con al menos dos teléfonos para poder recepcionar todas las llamadas, que en julio y agosto pueden ser centenares al día, y dos baterías externas para nunca perder la conexión».

«El tipo de cliente cambia cada año, ahora mismo hay muchos americanos, australianos y asiáticos»

Noche y día, el concierge requiere organización, contactos y precisión. ¿Cuál es la mejor parte del trabajo? «Prestar un servicio impecable, cumplir las expectativas del cliente ofreciéndole lo mejor y viéndole regresar a su rutina con una gran sonrisa de felicidad, algo que personalmente me hace muy feliz». ¿Y lo peor? «Que se duerme poco, el día a día es solo trabajo».

Los cierres se acercan, ¿el ritmo será frenético? «En los clubs no va a caber un alfiler. Mi teléfono no para de sonar».

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